28 de julio

Biblia En 365 Días                                               

Isaías 1-4

 

Isaías 1

Isaías fue un profeta de Judá. Ejerció su ministerio completamente dentro de sus límites, y con miras a su corrección y comodidad. Sus cargas de las naciones fueron pronunciadas con respecto a las naciones que rodeaban a Judá y la habían acosado. Su perspectiva era mundial e incluyeba todo el propósito de Dios. Profundamente consciente del propósito de Dios de que a través de su pueblo todos los pueblos deberían ser bendecidos, vio a través de todos los procesos de juicio la bendición suprema de toda la tierra.

Las profecías del juicio se dividen en tres círculos: con respecto a Judá y Jerusalén (Isaías 1-12), con respecto a las naciones y al mundo (Isaías 13-27), con respecto a los elegidos y al mundo (Isaías 28-35). Esto con respecto a Judá y Jerusalén está separado en dos partes por la visión del profeta en la muerte de Uzías. En los primeros cinco capítulos, por lo tanto, tenemos sus mensajes durante el reinado de Uzías.

Este primer mensaje es de la naturaleza de un gran juicio político de la nación, en el que se declara la causa de la controversia entre Jehová y Su pueblo, y se afirma la necesidad de juicio. Los cielos y la tierra son convocados para escuchar la queja de Jehová, que a pesar de Su amor y ternura, Su pueblo no lo conoce. El profeta hace un llamamiento a las personas pecaminosas, exigiendo por qué todavía serán golpeadas. Todo su sufrimiento es el resultado de su pecado, y aun así se rebelan más y más. Volviendo a expresar el mensaje de Jehová, corrige la idea prevaleciente y perniciosa de que la relación con Dios está condicionada por actos externos de adoración. Los sacrificios y las fiestas no valen nada, y Dios los odia cuando no están acompañados por la rectitud.

Jehová ahora llama a su pueblo a razonar con Él, y declara que la cuestión alternativa de tal razonamiento depende de su actitud. Debido a la terrible corrupción del juicio de la ciudad es necesario. Se procederá a la restauración en el caso de los que son obedientes; sino a la reprobación y la destrucción total en el caso de los transgresores.

 

Isaías 2

Siguiendo esta amplia declaración del caso entre Jehová y su pueblo, tenemos el gran llamado del profeta hacia ellos. La primera parte constituye una visión de los últimos días, esa condición hacia la cual debe proceder el juicio. La casa del Señor se establece en el centro de la vida nacional. Su ley procede de Sion a los pueblos de la tierra y el problema es la paz.

Las condiciones prevalecientes se ven a la luz de ese último día, y el profeta apela a la gente a caminar en esa luz. En palabras ardientes, describe estas malas condiciones. La gente se ha contaminado con las naciones circundantes. Son ricos y prósperos en todas las cosas materiales. Están inmersos en la idolatría y, en consecuencia, la vida humana, tanto baja como alta, se degrada. Para realizar la visión de los últimos días, Jehová visitará a su pueblo en juicio. Su terror se describe en sí mismo y en su funcionamiento. A medida que avanza en juicio, los hombres de todas las clases son sometidos y se inclinan ante Él, y la destrucción total de los ídolos sigue. Esta descripción de corrupción y juicio prevaleciente termina con otra apelación que cesa.

 

Isaias 3

El profeta ahora trata el juicio con mayor detalle y muestra cómo procederá contra los gobernantes y contra las mujeres. El juicio en el caso de los gobernantes es ser la destrucción del verdadero gobierno y la sustitución de la administración incompetente, con el caos resultante. La razón de esto, en lo que concierne a la gente, es el pecado abierto al que han sido guiados por los gobernantes malvados. En lo que respecta a Jehová, Él tiene la causa de las personas en su corazón y está en contra de toda opresión.

 

Isaías 4

En toda la historia humana, ha habido una estrecha conexión entre gobernantes corruptos y mujeres frívolas y contaminadas. Feroz es la denuncia del profeta de tal. Su desenfreno y su lujo se acabarán. Deben ser visitados por la dicción física y el barrido de todas las cosas asociadas con su vida corrupta y lujosa, y por la muerte de los hombres.

La apelación termina con otra descripción de los días posteriores a la sentencia. Deben caracterizarse por la prosperidad material derivada de la pureza moral y por la poderosa protección de Jehová.