27 de septiembre

Biblia En 365 Días
Habacuc 1-3; Sofonías 1-3
Habacuc 1
En esta primera división del Libro tenemos la declaración del profeta de los problemas que perturban su alma. La primera fue la aparente indiferencia de Jehová tanto a su oración como a la condición del mal imperante. A esto, Jehová respondió que estaba en el trabajo, pero que el profeta no creería si le dijeran. Luego procedió a declarar explícitamente que su método era criar a los caldeos como un azote contra su pueblo.
Esta respuesta de Jehová, al tiempo que fortalecía la fe del profeta, creó inmediatamente un nuevo problema: que Jehová debería usar ese instrumento, ya que, a pesar de todo el pecado de Israel, ella era más justa que los caldeos.
La respuesta llegó de inmediato. Primero se le ordenó al profeta que escribiera y dejara su escritura clara para facilitar la lectura. La visión que se le otorgó se expresó en las palabras: "He aquí, su alma está hinchada, no es recta en él; pero el justo vivirá por su fe". Esa es la revelación central de la profecía. Es un contraste entre lo "hinchado" y lo "justo". El primero no es recto y, por lo tanto, está condenado; el último actúa por fe y, por lo tanto, vive. El primero es egocéntrico y, por lo tanto, condenado; el segundo está centrado en Dios y, por lo tanto, es permanente. Esta fue la declaración de un gran principio, que el profeta tuvo que resolver en aplicación a todos los problemas por los que estaba rodeado.
Desde este punto, la profecía se convierte en una proclamación del contraste y, por lo tanto, en una afirmación de fe a pesar de las apariencias.
Habacuc 2
Las proclamas se dividen en dos partes. El primero se refiere a los "hinchados", el segundo se refiere a los justos.
Los "hinchados" se describen como arrogantes, ambiciosos, vencedores, contra quienes el profeta pronuncia ciertos males.
Al considerar esto, el progreso se debe observar cuidadosamente. El primero fue contra la ambición, que se describió. El juicio pronunciado en su contra fue una revuelta de los oprimidos y una retribución en especie. El segundo fue contra la codicia, esa lujuria por la posesión a expensas de los demás. El juicio debía ser las personas subyugadas que se alzaban contra el opresor, testificando las piedras y vigas de la casa. El tercero fue contra la violencia, la imposición de sufrimientos crueles a los subyugados. El juicio fue que las mismas ciudades así construidas deberían ser destruidas. El cuarto era contra la insolencia, el acto brutal de emborrachar a un hombre y luego hacer deporte de él. Su juicio debía ser una retribución en especie. El quinto estaba en contra de la idolatría, cuya descripción era totalmente satírica. Su juicio fue declarado ser dioses sin respuesta.
La declaración final del profeta a este respecto declaró que había encontrado la solución: "El Señor está en Su santo templo". La aparente fuerza de la maldad es falsa. Jehová reina.
Habacuc 3
En la proclamación sobre los justos, se expone la majestad de Jehová y el consecuente triunfo de su pueblo. Consiste en un salmo que es una oración.
En el primer movimiento, el profeta declaró su reconocimiento de la interferencia divina y su consecuente temor. Luego procedió a celebrar la grandeza de Jehová como se manifiesta en sus tratos con Su pueblo antiguo.
La última sección del salmo expresaba el miedo y la fe de los justos. La contemplación del juicio de los "hinchados" había llenado al profeta de temor, pero él triunfó en Dios. Al describir las circunstancias de absoluta desolación, declaró su determinación de alegrarse y anunció su razón para esta determinación.
Sofonías 1
El primer movimiento de la profecía es la declaración del profeta del juicio venidero de Jehová. Esto lo anunció en términos generales, luego describió más particularmente su procedimiento y carácter.
Esta descripción se abrió con un anuncio completo: "Consumiré todas las cosas de la superficie, dice Jehová". Sofonías demostró que se trataba de una descripción de la creación en la medida en que se había convertido en maldad: el hombre y la esfera de su dominio, los escollos, con los malvados y la raza, debían ser consumidos. La aplicación local era que el juicio descendería sobre Judá y Jerusalén, cayendo sobre aquellos que habían practicado la idolatría, aquellos que se habían entregado a la adoración mixta, aquellos que habían rechazado seguir al Señor y aquellos que nunca lo habían buscado o preguntado por Él.
Al describir más particularmente el juicio, el profeta anunció la presencia de Jehová con el propósito de juzgar. El golpe de ese juicio recaería primero en los príncipes, luego en los extorsionadores, también en los mercaderes y, finalmente, en aquellos que vivían de su riqueza en la ociosidad y la indiferencia.
El profeta finalmente dio una descripción gráfica del día en que los hombres caminarían como ciegos, ninguno podría librarlos porque Jehová haría "un fin ... un final terrible, de todos los que habitan en la tierra".
Sofonías 2
Después de esta declaración, el profeta pronunció su gran atractivo, primero para la nación en su conjunto, pidiéndole que se recupere antes de que pase la oportunidad de arrepentirse, antes de que llegue la hora del juicio.
Como si fuera consciente de que ese mayor atractivo sería inútil, recurrió al remanente, a los "mansos de la tierra", y los instó a renovar la devoción. Esta apelación la hizo cumplir con argumentos, en los que nuevamente expuso el hecho del juicio venidero sobre las naciones, intercalando su declaración con palabras de esperanza sobre el remanente.
Primero se dirigió a las naciones de Occidente, proclamando que serían completamente destruidas, y que en su lugar el remanente de la casa de Judá alimentaría a sus rebaños. Luego se dirigió a las naciones del Este, declarando que se convertirían en una desolación perpetua, y que el remanente habitaría sus tierras.
Luego se volvió hacia los del sur, anunciando que serían asesinados por la espada.
Finalmente, declaró que los del norte serían destruidos y sus ciudades quedarían desoladas.
Sofonías 3
En este capítulo, el profeta expuso aún más claramente el pecado del pueblo y habló de la desesperanza del caso desde el punto de vista humano. Esto le dio la oportunidad de anunciar la victoria de Dios, quien, a pesar del fracaso total de Su pueblo, finalmente lograría el propósito de su amor por ellos.
El discurso se abrió con una declaración de aflicción contra Jerusalén, que el profeta describió como rebelde, contaminada y opresora. Ante esta desesperación absoluta, el profeta gritó: "Por tanto, espérame, dice Jehová". Este fue el primer destello de esperanza. La mismísima desesperación y el pecado del pueblo hicieron necesaria la acción divina, y la acción sería juicio. Sin embargo, el juicio no sería más que el preludio, ya que apenas el profeta declaró que era inevitable, procedió a describir la restauración definitiva.
Desde este punto, la profecía es claramente mesiánica. Sofonías no dio ninguna imagen del siervo sufriente, ni ninguna pista de su método. Se ocupó solo del resultado final.
Luego se dirigió al remanente, encargándoles que cantaran y se alegraran porque su enemigo sería expulsado, y su verdadero Rey Jehová se establecería en medio de ellos. Luego los llamó al verdadero coraje y al servicio.
La profecía alcanza su nivel más alto cuando Sofonías describe la actitud de Dios en lenguaje poético bajo la figura de la maternidad. Jehová en medio de su pueblo se regocijará, y del silencio del amor procederá al canto de su propia satisfacción.
