21 de agosto
Biblia En 365 Días
Jeremías 32-34 
Jeremías 32
La siguiente de las profecías de esperanza consiste en el relato de la compra de un campo en Anathoth por parte de Jeremías, con la interpretación de la sugestión de la acción. Mientras todavía estaba en prisión por la oposición de Sedequías, la Palabra del Señor vino a él, informándole de la llegada de Hanamel, su primo, y le pidió que comprara un campo en Anathoth. Sabiendo que esta era la voluntad de Dios, compró el campo y declaró en presencia de testigos que su compra era una señal de que aún se comprarían casas, campos y viñedos en la tierra.
A pesar de esto, la perspectiva parecía tan contraria a cualquier expectativa tal que Jeremías le preguntó al Señor cómo podía cumplirse la profecía que había pronunciado. Esta investigación fue introducida por una atribución de alabanza a Dios, y una descripción de la maravilla de su trato con su pueblo.
La respuesta de Jehová a su pregunta consistió, primero, en una afirmación general todo-inclusiva de su ser y poder, junto con una pregunta de si algo era demasiado difícil para él. La Palabra del Señor entonces procedió a declararle a Jeremías la certeza del juicio que ya había predicho, y las razones para ello.
Finalmente, esa Palabra del Señor anunció la determinación divina de reunir a Su pueblo de todos los países, y declaró la restauración resultante de la prosperidad, para que lo que Jeremías había declarado a su primo y a los testigos se hiciera realidad.
Jeremías 33
Siguiendo la historia de la compra del campo en Anathoth, con su significado, hay una canción de la restauración definitiva anunciada allí.
La canción primero celebra la restauración de las personas y las ciudades. Esto se describe en sus aspectos morales y materiales, y en ese orden. La gente debe ser limpiada de su iniquidad, y la ciudad debe convertirse en "un nombre de alegría" para Jehová en la conciencia de todos los pueblos de la tierra. La restauración moral se manifestará en una material. El lugar, desolado y desolado y sin habitantes, volverá a ser el centro de la vida familiar, de la alegría y de la prosperidad. El establecimiento del orden restaurado se asociará con la venida de Aquel que se describe como la "Rama de la justicia". En Su Persona, los dos oficios de Rey y Sacerdote se unirán, y el resultado de Su administración será que Judá se salvará y Jerusalén morará con seguridad.
Una vez más, la promesa se confirma con la solemne afirmación de Jehová de que si los hombres pueden romper su pacto de día y de noche, también puede hacerlo su pacto con David y con los sacerdotes que él rompió. La promesa no solo es segura sino graciosa, y como la hueste del cielo no puede ser contada, la semilla de su siervo se multiplicará. Jehová se declara consciente de los murmullos y la incredulidad de la gente, lo cual se expresa en su declaración de que Jehová ha desechado a las familias reales y sacerdotales. Él declara nuevamente que a pesar de tal incredulidad, su pacto con sus antiguos siervos es tan seguro como el día y la noche.
Jeremías 34
Los capítulos treinta y cuatro y treinta y cinco contienen profecías del asedio. Los ejércitos de Nabucodonosor estaban alrededor de Jerusalén, y Jehová declaró a Sedequías que el rey de Babilonia tendría éxito, que la ciudad sería tomada y quemada con fuego, y que él mismo sería llevado cautivo a Babilonia. Sin embargo, la palabra de Jehová con respecto a Sedequías fue que no debía morir a espada, sino en paz.
La próxima profecía es una denuncia del rey por el falso pacto que había hecho con los sirvientes y las sirvientas. Se les había prometido libertad, pero se habían visto obligados a regresar a la sujeción y a la esclavitud. Este fue un pecado contra el Pacto expreso que Dios había hecho con Su pueblo, que los esclavos debían ser liberados cada séptimo año.
Debido a esta ruptura del Pacto y la opresión del pueblo, Jehová los echaría, como el profeta declaró satíricamente, a la libertad de la espada, la peste y el hambre. En esta profecía, uno de los pecados que caracterizó los tiempos es claramente la opresión manifiesta de los pobres e indefensos, contra la cual se expone gráficamente la indignación de Jehová.
