17 de septiembre
Biblia En 365 Días
Daniel 7-9
Daniel 7
Llegamos ahora a la segunda mitad del Libro, que consiste en visiones, con sus interpretaciones, otorgadas a Daniel a través de tres reinados. Durante el reinado de Belsasar se le concedieron dos visiones, que constituyen la luz profética de ese período en particular.
El primero de ellos era de cuatro bestias que se elevaban del mar, la última de las cuales tenía diez cuernos. En medio de ellos surgió otro que los destruyó. La visión se convirtió en una visión del escenario de tronos, y la aparición de la gloria de Aquel que venció a las bestias y recibió dominio y gloria, y un Reino.
Estas visiones preocuparon a Daniel, pero se le dio una interpretación, primero en términos generales. Las bestias simbolizaron cuatro reyes, y la visión final indicó que los santos del Altísimo aún recibirían y poseerían el Reino por los siglos de los siglos. Se le otorgó una interpretación particular del significado de la cuarta bestia y los cuernos, y nuevamente se declaró que el valor final era la presentación de la verdad del gobierno de Jehová y el establecimiento supremo de Su Reino sobre todos los demás. Todo el asunto perturbó al profeta, pero lo mantuvo en su corazón.
Daniel 8
Dos años después, en el tercer año del reinado del rey Belsasar, otra visión vino a Daniel. Era de un carnero con dos cuernos empujando hacia el oeste, hacia el norte y hacia el sur. Mientras Daniel observaba, una cabra atacó el carnero, lo venció y se magnificó. Aparecieron cuatro cuernos, de uno de los cuales vino otro, que creció hasta que se derrumbó el santuario. La voz de un santo preguntó cuánto tiempo continuaría esto, y la respuesta se le dio a Daniel.
Nuevamente reflexionó sobre la visión, y trató de comprenderla, y se le dio una interpretación. El carnero de dos cuernos representaba el poder unido de los medios de comunicación y Persia, el áspero macho cabrío era el rey de Grecia. Contra él surgiría uno feroz, que triunfaría a través de la política, pero finalmente se rompería sin mano.
Daniel 9
En el primer año del reinado de Darío, Daniel, que evidentemente no solo era un hombre de oración, sino un diligente estudiante de los escritos proféticos, se dio cuenta de que los setenta años de juicio sobre Jerusalén anunciados por Jeremías estaban llegando a su fin. Por lo tanto, se propuso buscar al Señor mediante la oración personal y la penitencia en nombre de su pueblo, confesando su pecado y defendiendo su causa. Le rogó al Señor que se quitaran los reproches que habían caído sobre Jerusalén, y, como los hombres de visión tan a menudo lo habían hecho, basó su súplica en el honor del Señor.
El lenguaje de esta oración intercesora revela a un hombre familiarizado con Dios en el sentido más elevado de esa palabra y, por lo tanto, muy consciente de lo pecaminoso de la rebelión y el fracaso de su propio pueblo.
Durante esta intercesión, Gabriel se acercó a él, declarándole, en primer lugar, que era "muy querido", instándolo a considerar el asunto y comprender la visión. Luego le hizo una revelación sobre el programa divino. Setenta semanas fueron decretadas sobre la gente y la ciudad. Estos se dividieron en tres períodos, el primero de siete semanas, el segundo de sesenta y dos semanas y el tercero de una semana.
