16 de agosto

Biblia En 365 Días

Jeremías 14-17                                         

 

Jeremías 14

Ahora llegamos a la segunda división del Libro, que contiene el relato del ministerio del profeta. Esto se divide en tres secciones: profecías antes de la caída de Jerusalén (v. 14 - 39), profecías después de la caída de Jerusalén (v. 40 - 45) y profecías acerca de las naciones (v. 46 - 51).

La primera serie de mensajes declara la determinación de Dios de castigar (v. 14-17). Esto consiste en una parábola (v. 14: 1 - 6), un relato de una controversia entre el profeta y Jehová (v. 14: 7 - 15), y el nuevo cargo entregado al profeta (v. 16, 17). La parábola de apertura es una imagen gráfica de la sequía. Tanto el alto como el bajo se ven afectados. Todo el terreno es árido, y toda la vida animal está sufriendo.

Después de la palabra sobre la sequía, tenemos el relato de una notable controversia entre Jeremías y Jehová. En un lenguaje lleno de dignidad señorial, el profeta hizo un llamamiento a Jehová para que no persiga a Su pueblo. Este llamamiento fue respondido por un rechazo solemne. Debido al vagabundeo persistente de la gente, se le ordenó al profeta que no orara por ellos, y Jehová declaró que no los escucharía. El profeta luego declaró que los profetas habían declarado que debían ser preservados del mal. A esto Jehová respondió que habían mentido. Aunque hablaban en Su nombre, no habían sido enviados por Él y, por lo tanto, serían consumidos por la espada y el hambre. Del mismo modo, las personas a quienes habían profetizado deben ser castigadas.

Nuevamente, Jeremías apeló, preguntando si Dios había abandonado por completo a Su pueblo, confesando el pecado y suplicando la piedad de Dios sobre el pueblo por el bien de Su propio nombre.

 

Jeremías 15

A este gran llamamiento, Jehová volvió a responder declarando que la misericordia era imposible y el juicio inevitable, y esto a causa del pecado de Manasés que había persistido, a saber, el rechazo de Jehová por parte del pueblo. Por lo tanto, habían sido juzgados, y el juicio debe completarse.

Al escuchar esto, el profeta gritó con gran angustia, y Jehová prometió fortalecerlo, mientras reiteraba Su determinación de castigar al pueblo.

Una vez más, el profeta respondió, primero con resignación, y luego en oración en Su nombre, lo que terminó con un suspiro, indicativo de la tensión ejercida sobre su fe. La controversia termina con la promesa del Señor de que si Jeremías sería fiel a la Palabra de Dios, entonces el Señor sería una defensa y una liberación para Jeremías.

 

Jeremías 16

La controversia fue seguida inmediatamente por un nuevo cargo al profeta. Jehová lo llamó a una vida de ascetismo personal, y le ordenó que se abstuviera tanto del luto como de la alegría. Es decir, él debía mantenerse alejado de las personas para entregarles los mensajes de su Dios. Sus mensajes de juicio provocarían preguntas entre la gente sobre la razón de los tratos de Dios con ellos. El profeta fue acusado de aclararles que estas cosas eran el resultado de su propio pecado. Sin embargo, inmediatamente Jehová declaró a Su siervo que su propósito en el juicio era la liberación final del pueblo.

A esta última palabra, el profeta respondió con una afirmación de su confianza en Jehová, primero en cuanto a su propia seguridad personal, y luego en cuanto al tema final.

 

Jeremías 17

Una vez más, Jehová declaró Su determinación de tratar con el pueblo en juicio, debido a la definición desafiante de su pecado. Ese pecado fue "escrito con una pluma de hierro y con la punta de un diamante". A esta declaración le sigue un contraste entre el hombre que confía en el hombre y el "hombre que confía en Jehová". El primero habita en medio de la desolación del desierto. El segundo tiene sus raíces en los manantiales de la fecundidad. Esto es cierto a pesar de las apariencias contrarias. Jehová es el buscador de corazones, y en última instancia, la locura de los que hacen malvadamente debe manifestarse. A estas palabras de Jehová, el profeta respondió con una gran afirmación de fe, y un gran llamado de necesidad. En grave peligro era consciente del lugar del santuario, es decir, la relación correcta con el trono elevado de Jehová. Abandonar a Jehová era abandonar la fuente de las aguas vivas.

Sin embargo, la sensación de necesidad era muy grande, y Jeremías apeló a Jehová para que le diera Su palabra y lo vindicara ante los ojos del pueblo. Luego se le encargó que se parara en la puerta del pueblo y les ofreciera la prueba del sábado, y se les ordenó advertirles de cómo sus padres fallaron a este respecto, y también declararles que si se negaban a escuchar, el juicio de Dios debe caer.