04 de diciembre
Biblia En 365 Días 
2 Corintios 1-4
2 Corintios 1
La segunda carta a los Corintios fue evidentemente el resultado de la primera. El Apóstol abrió con la introducción habitual, poniendo énfasis en su apostolado por la voluntad de Dios, junto con el saludo de gracia. Escribió sobre un gran problema por el que había pasado y se regocijó en el consuelo que le había llegado y, más aún, en la capacidad de consolar a otros que le habían llegado de su experiencia.
Hablando de Dios como el "Dios de consuelo", dijo que la experiencia del consuelo divino en la aflicción nos permite consolar a otros. Con ternura reconoció la ayuda que le brindaban las oraciones de los corintios, hablando de su liberación como un regalo que le habían hecho.
Es evidente que algunos en Corinto lo habían acusado de inconstancia de propósito en el sentido de que no había acudido a ellos como había insinuado que haría. Contra esta acusación ahora se reivindicó a sí mismo. Les dijo por qué no había acudido a ellos. Fue por amor a ellos; quería salvarlos y llamó a Dios como testigo. Sin embargo, inmediatamente el Apóstol tiene cuidado de decir que no tenía señorío sobre la fe de ellos, que su único propósito era ministrar a su gozo, y que su posición estaba en la fe, no en nada que pudiera decir o hacer.
2 Corintios 2
Qué luz tan notable arroja sobre su primera carta su declaración de que la escribió "con mucha aflicción y angustia de corazón" y "con muchas lágrimas". Refiriéndose así a su primera carta, Pablo destacó en ella el caso flagrante del incestuoso, hablando de él con extrema delicadeza. Es evidente que, en su mayor parte, la Iglesia de Corinto estaba de acuerdo con el Apóstol, porque habían cumplido su mandato y habían disciplinado al malhechor. Además, el resultado había sido saludable en su caso, pues el Apóstol escribe que el culpable estaba en peligro de ser "devorado por su exceso de dolor". Ahora instó a la congregación a manifestar su amor restaurando el hombre a la comunión. Como el Apóstol les había instado a ejercitar la disciplina para derrotar al enemigo, ahora les aconsejaba que manifestaran su amor por el hombre, y también que derrotaran al enemigo.
Quizás en ninguna parte del Nuevo Testamento el tema del ministerio se establece tan claramente en relación con sus sublimidades. El Apóstol describió la naturaleza triunfante de la verdadera obra del ministerio. La figura es de un triunfo romano. En tal triunfo, los personajes conspicuos fueron el vencedor y el vencido. El Apóstol se refirió a sí mismo y a los que participaban en el ministerio como vencedores. Su trabajo se asemeja a una larga marcha triunfal. Esa es la estimación de Pablo de la verdadera naturaleza del ministerio. Es una concepción tan grande que exclama: "¿Quién es suficiente para estas cosas?" Las palabras que siguen están realmente conectadas con lo que precede a la pregunta; declaran que la razón de la victoria radica en el hecho de que no se ha corrompido ni hecho mercadería la Palabra de Dios.
2 Corintios 3
El Apóstol declaró que la Iglesia es la credencial suprema del poder del ministerio. Los cristianos corintios son "conocidos y leídos por todos los hombres". Sin embargo, esta no era la verdad más profunda. Eran la epístola de Cristo. El autor y escritor de la epístola viviente es Cristo; la pluma o instrumento es el Apóstol. La tinta, o medio para lograr la revelación, es el Espíritu. Las verdaderas credenciales del ministerio cristiano son siempre tales epístolas.
Luego sigue una comparación entre el ministerio de la vieja economía, que era de la letra, y el de la nueva, que es del Espíritu. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre la letra y el Espíritu? La letra se revela, el Espíritu se da cuenta. La revelación de la letra no puede hacer otra cosa que destruir, porque el hombre, parado en su luz, encuentra su propia imperfección y se vuelve consciente de su propia incapacidad. El Espíritu, al darse cuenta en el hombre de lo que la letra presenta al hombre, corrige su incapacidad e se imparte la vida.
La gloria de la carta resplandeciente sobre la vida del hombre sólo podía revelar su pecado y anunciar su muerte. Moisés, el ministro de la carta, debe cubrirse el rostro, porque el resultado de su mensaje es la muerte para aquellos a quienes se entrega. "Pero nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". El poder supremo del ministerio, por lo tanto, radica en el hecho de que es la declaración de un mensaje de vida transformadora por el Espíritu, que se demuestra por la transformación que se produce en quienes declaran ese mensaje.
2 Corintios 4
Continuando con el ministerio, el Apóstol dijo: "No desmayamos", "hemos renunciado a lo oculto de la vergüenza", "predicamos ... a Cristo Jesús como Señor". Al oír, algunos mueren porque "el dios de este mundo ha cegado sus mentes", y eso por "incredulidad". El dios de este mundo sólo puede cegar la mente de los incrédulos.
Este ministerio, tan lleno de triunfos por razones tan notables, aún se ejerce a través de una gran tribulación. El tesoro está en vasos de barro, y éstos están sujetos a aflicción. Sin embargo, hay en esto una razón y un valor. Es que "la suprema grandeza del poder sea Dios". A partir de esa declaración inicial, el apóstol procede a contrastar de manera muy notable estas dos cosas: el vaso, que es de barro, y el poder, que es divino. La vasija de barro está presionada por todos lados, pero debido al poder no se estrecha. A menudo se siente perplejo, pero nunca hasta la desesperación; "perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos".
Esta es la revelación de un gran principio de todo trabajo exitoso. Es a través del trabajo que otros viven, a través de la virtud extrovertida que otros son sanados, al romper los vasos de barro que la luz destella en el camino de otros. Estas tribulaciones se soportan debido a las certezas que dan fuerza incluso en medio de las tribulaciones.
Esta misma "aflicción" se produzca la gloria. La aflicción no es algo que se deba soportar para alcanzar la gloria. Es el mismo proceso el que crea la gloria. A través de los dolores de parto llega el nacimiento. A través del sufrimiento llega el triunfo. A través de la muerte viene la vida.
